Mujeres en la ciencia: reconocimiento a científicas brillantes
¿Que es la ciencia?
Los progresos en la comprensión del mundo actual han sido impulsados en gran medida por un método sistemático que se origina en la observación y la experimentación. Este enfoque nos permite organizar y estructurar nuestro conocimiento a través de un proceso meticuloso que nos ayuda a interpretar su impacto en los fenómenos naturales, sociales y en el pensamiento humano. La denominación de este proceso es lo que conocemos como "Ciencia", una palabra que deriva del término en latín scientia y que hace referencia a la adquisición de conocimiento.
La propia estructura del método científico abre las puertas a una comprensión más profunda del mundo que nos rodea. A través de etapas como la observación, formulación de hipótesis, experimentación, análisis de resultados y comunicación de hallazgos, esta metodología somete a revisión conocimientos que alguna vez fueron considerados inmutables. Este proceso repetible y analítico no solo evalúa la autenticidad de tales conocimientos, sino que también permite una reinterpretación de lo que consideramos verdadero. En la Antigua Grecia, por ejemplo, Aristóteles afirmaba que los objetos caían por su propio peso, basándose en la comparación entre la caída de una pluma y la de una roca. Sin embargo, siglos después, Galileo Galilei demostró que objetos de diferentes pesos caen al mismo tiempo, desafiando la noción convencional. Isaac Newton profundizó en este fenómeno y, mediante cálculos matemáticos, identificó un patrón que explicaba la caída de objetos: la gravedad. Más tarde, Albert Einstein planteó que la gravedad se origina a partir de una distorsión en las dimensiones del espacio-tiempo, brindando un enfoque completamente nuevo. Esta ilustración ejemplifica cómo el método científico no solo erradica ideas erróneas, sino que también revitaliza y desentraña los misterios detrás de las aparentes verdades.
En el contexto de la pandemia de SARS-CoV-2, se destaca cómo la ciencia ha ampliado nuestra comprensión de la naturaleza y la interacción entre diversas formas de vida. En tiempos antiguos, se creía que las moscas surgían de la descomposición de la basura. Louis Pasteur, aplicando el método científico, demostró que, si se dejaba carne en un entorno cerrado, no se descompondría debido a la ausencia de microorganismos que la degradaran. Robert Koch, por su parte, estableció que estos microorganismos tenían el potencial de causar enfermedades. Posteriormente, Alexander Fleming, descubridor de la penicilina, propuso nuevas formas de combatir enfermedades causadas por estos organismos. En la situación actual, el desarrollo de vacunas en menos de un año es resultado de la implementación del método científico. Este avance tecnológico, impulsado por científicas y cientificos de todo el mundo, demuestra que la ciencia es una poderosa herramienta generadora de conocimiento, gracias a la suma de esfuerzos de mujeres y hombres de todas partes del mundo.
A lo largo de la historia, la sociedad ha arrastrado consigo la creencia arraigada de que mujeres y hombres deben adherirse a ciertos roles predefinidos, dictados por las nociones convencionales de feminidad y masculinidad. En otras palabras, se ha sostenido la idea de que existen actividades y comportamientos propios de hombres y mujeres, relegando a estas últimas a la esfera del hogar y la crianza de los hijos. Estos estereotipos han erigido obstáculos considerables para las mentes brillantes que aspiran a la ciencia como campo de estudio. Y si a estas dificultades impuestas por la construcción de género se añaden las crisis políticas con su carga de represión social y las limitaciones en el acceso a la educación, es natural que surjan dudas acerca de si una mente capaz de cambiar el rumbo del mundo podría emerger de tales circunstancias. No obstante, en medio de estas adversidades, se encuentran numerosas mentes brillantes que desafían estos obstáculos, y una de las más influyentes en el mundo científico es sin duda Marie Curie. Su trayectoria ejemplar nos recuerda que incluso frente a las adversidades más desalentadoras, la determinación y la pasión pueden ser las fuerzas impulsoras que conduzcan al cambio y al avance.
Marie Curie: la madre de la física moderna
Entre los ejemplos sobresalientes en la historia de la ciencia, resalta de manera innegable Marja Salomé Sklodowska, más conocida como Marie Curie. Su importancia en el ámbito científico es reconocida a nivel mundial, y su trayectoria es aún más sorprendente considerando las adversidades políticas y económicas que enfrentó en su natal Polonia, que por entonces estaba sometida a la opresión del imperio ruso. Estas dificultades llevaron a la prohibición de la educación básica y universitaria en idioma polaco, lo que obligó a Marie a recurrir a escuelas clandestinas y a aprender el idioma ruso como un acto de resistencia.
A los 24 años, Marie logró trasladarse a París para continuar sus estudios, aunque aún debió enfrentar dificultades debido a su situación económica precaria. Sin embargo, su dedicación al estudio fue implacable. Finalmente, obtuvo su licenciatura en física y se matriculó en matemáticas.
En 1894, Marie conoció a Pierre Curie, un físico francés con quien compartiría una profunda pasión por la ciencia y la investigación. Su conexión culminó en matrimonio y un partenariado científico excepcional. A la edad de 28 años, Marie eligió investigar las propiedades de la uranita y, junto con su esposo, emprendió el proceso de aislar este mineral en un modesto cobertizo prestado, a pesar de su falta de recursos. Los resultados de su investigación se han vuelto históricos: lograron aislar un nuevo elemento al que Marie nombró polonio. Sin embargo, este descubrimiento sería pronto eclipsado por otro aún más impactante, un elemento radiactivo que emitía una luz azulada y brillante, al que llamaron radio. En reconocimiento a su innovadora investigación sobre la radiactividad, Marie y Pierre Curie fueron galardonados con el Premio Nobel de Física en 1903. Posteriormente, en 1911, Marie Curie obtuvo el Premio Nobel de Química por sus contribuciones en la investigación del radio y sus compuestos.
Es importante destacar que, aunque estos logros pueden parecer sencillos al mencionarlos, el camino de Marie estuvo plagado de obstáculos. Durante sus investigaciones y avances, también vivió los desafíos de la maternidad, dando a luz a su hija Irene, quien más adelante también recibiría el Premio Nobel de Química en 1935. Marie se enfrentó al agotador equilibrio entre sus roles como científica y esposa. Además, sufrió la pérdida devastadora de su hija recién nacida en un parto prematuro, lo que la sumió en una profunda depresión. A pesar de estas adversidades, en 1914 estalló la Primera Guerra Mundial, y Marie enfrentó la amenaza constante del Imperio Alemán en las puertas de París.
El amor de Marie Curie por la ciencia superó todos los obstáculos. Su investigación en radiación no solo revolucionó nuestra comprensión de los elementos radiactivos, sino que también condujo a avances en el campo de los rayos X, una forma de radiación que permitió visualizar el interior del cuerpo humano. Sus esfuerzos durante la Gran Guerra se centraron en hacer que las radiografías fueran más accesibles y económicas para los médicos, lo que mejoró significativamente la atención médica. Lo que Marie quizás no podía prever es que su trabajo pionero en la radiación sentaría las bases para futuros logros de brillantes mujeres en la ciencia.
La historia de Marie Curie nos demuestra que, frente a la adversidad, la pasión y la dedicación pueden prevalecer. Su legado no solo revolucionó la ciencia, sino que también allanó el camino para otras mujeres científicas notables, como veremos al introducir a Rosalind Franklin a continuación.
Rosalind Franklin: La Científica detrás de la Revelación del ADN
En la historia de la ciencia, una figura fundamental emerge cuando exploramos el acido desoxirribonucleico (ADN), el material que almacena y trasmite la información genética de los seres vivos. Aunque hoy comprendemos la importancia del ADN, su estructura y descubrimiento están ligados a una mente brillante: Rosalind Elsie Franklin, quien, junto a Maurice Wilkins, operó en el corazón de la Unidad de Biofísica del Consejo de Investigación Médica del King’s College en Londres, su ciudad natal.
Franklin, química y cristalógrafa, tenía experiencia en la difracción de rayos X, una habilidad que la llevó a capturar la estructura helicoidal del ADN con una claridad sin precedentes, como lo demuestra la icónica "fotografía 51".
Sin embargo, su trabajo en el King’s College no fue exento de dificultades. James D. Watson, en su libro "La Doble Hélice", revela la tensa relación entre Franklin y Wilkins. Watson alude a la exclusión social que Franklin enfrentó, ya que no era fácilmente aceptada en la comunidad científica dominada por hombres. Las circunstancias la llevaron a abandonar el King’s College, dejando sus investigaciones en manos de Wilkins.
En 1953, Watson y Crick publicaron su artículo en la revista Nature describiendo la estructura de la doble hélice del ADN. En el mismo número, se encontraba el artículo de Rosalind con datos de difracción de rayos X, detallando la fotografía 51. A pesar de sus contribuciones, el artículo de Watson, Crick y Wilkins no reconocía a Rosalind, quien había fallecido cuatro años antes debido a la exposición a material radioactivo.
Además de su influencia en el ADN, Franklin identificó dos formas de ADN, A y B, describió la estructura del Virus del Mosaico del Tabaco y determinó que las moléculas de RNA consisten en una sola hebra. Aunque no recibió el Nobel, su aporte es esencial para la comunidad científica.
En resumen, la historia de Rosalind Franklin resalta la lucha de una científica excepcional contra la discriminación y las adversidades, mientras contribuía significativamente al entendimiento del ADN. Su valiosa investigación, que abarcó más allá de la doble hélice, sigue inspirando a generaciones futuras.
Dorothy Crowfoot Hodgkin: Descubriendo la forma de las moléculas más complejas
Dentro del mundo científico, otra figura brillante emerge, quien al igual que Rosalind Franklin, recurrió a la técnica de la cristalografía de rayos X. Nos referimos a Dorothy Crowfoot Hodgkin, nacida en 1910 en El Cairo, Egipto. Su pasión se centró en la cristalografía, convirtiéndose en una pionera en aplicar esta técnica al estudio de proteínas. Además, fue la primera en emplear computadoras para resolver desafíos bioquímicos. Sin embargo, su camino no estuvo exento de obstáculos.
A los 18 años, Dorothy ingresó al programa de química en el Collage para Mujeres de Somerville en Oxford, donde las mujeres eran minoría y enfrentaban prejuicios. Algunos profesores la ignoraban en clases, mientras que otros la expulsaban. A pesar de esto, Dorothy perseveró y tuvo la oportunidad de recibir clases de renombrados científicos como Ernest Rutherford y Niels Bohr. Sin embargo, fue con John Desmond Bernal que decidió emprender su tesis doctoral.
Dominando la técnica de cristalografía de rayos X y refinándola junto al equipo de Bernal, Dorothy revolucionó el estudio de proteínas. Logró determinar la estructura química de sustancias biológicas complejas como el colesterol, la penicilina y la insulina. Esta última, un reto monumental que requirió más de tres décadas de esfuerzo debido a las limitaciones tecnológicas de la época. Sus descubrimientos permitieron el desarrollo de fármacos basados en la penicilina y sentaron las bases para futuras investigaciones.
Dorothy no se detuvo ahí, se propuso un desafío aún mayor: dilucidar la estructura de la vitamina B12, una molécula de gran complejidad. Para lograrlo, tuvo que coordinar tres computadoras en dos países diferentes, una hazaña impresionante en la era previa a la informática moderna.
En reconocimiento a su trabajo, Dorothy recibió el Premio Nobel de Química en 1964 por su contribución a la elucidación de la estructura de la vitamina B12. Sin embargo, su legado se extiende mucho más allá de ese logro. Sus avances en la técnica de Rayos X para el estudio de proteínas se convirtieron en un pilar fundamental para la ciencia. Dorothy se convirtió en la primera mujer en ganar un Nobel en solitario, un hito que solo se repetiría en 2009 con Ada E. Yonath y en 2018 con Frances Arnold.
La importancia de comprender la estructura de moléculas complejas radica en la posibilidad de aprovechar sus beneficios. Antes de dilucidar estas moléculas, es crucial caracterizar sus fuentes, que en muchos casos provienen de las plantas. Esta exploración no fue una excepción en la participación femenina, y continúa transformando nuestro entendimiento de la bioquímica y su impacto en la medicina y la biología.
María Agustina Batalla Zepeda: Explorando la Biodiversidad de México
María Agustina, una figura destacada en diversas sociedades científicas como la Sociedad Mexicana de Biología, la Sociedad Mexicana de Historia Natural y la Sociedad Botánica de México, entre otras, dejó una huella profunda en el campo de la biología. En 1946, completó su doctorado en Ciencias Biológicas en la Universidad Nacional Autónoma de México y dedicó gran parte de su vida a la docencia desde 1930. Sus investigaciones abarcaron desde Contribuciones al Estudio Florístico del Valle de México hasta la exploración del valle del mezquital y la identificación de plantas mencionadas en obras históricas.
Un aspecto especialmente resaltado por López-Ochoterena (2001) en el In Memoriam publicado en la revista de la Sociedad Mexicana de Historia Natural fue su labor docente, que ejerció por más de 30 años a nivel secundaria y medio superior, influyendo en numerosos estudiantes a involucrarse con la ciencia en nuestro país.
Las contribuciones de María Agustina tienen una importancia innegable. Desde los tiempos de la conquista, se documentó la asombrosa variedad de plantas presentes en México, y en particular, el vasto número de plantas con propiedades curativas. Antiguos documentos como el Códice Vaticano-Azteca reconocen este hecho.
Sin embargo, aún hoy en día existen plantas con propiedades medicinales desconocidas en nuestro país, representando un valioso campo de oportunidad para mejorar la atención en salud. Aquí radica la relevancia continua de disciplinas como la botánica, que nos ayuda a desentrañar los secretos ocultos en la flora de nuestro país y potenciar el bienestar de la sociedad.
El Horizonte de las Mujeres en la Ciencia en México: Una Gran Oportunidad
En el contexto de los reconocimientos sobresalientes en la ciencia, similar al prestigioso Premio Nobel a nivel internacional, en México contamos con el Premio Nacional de Ciencias y Artes. Esta distinción honra los aportes sobresalientes en Ciencia, Arte y Tecnología en nuestro país. Sin embargo, es alarmante constatar que tan solo el 7% de los galardones otorgados hasta la fecha han sido concedidos a mujeres en los campos de la ciencia o la tecnología (esto de acuerdo con datos 2021).
En México, el motor que impulsa el avance de la investigación científica, la innovación y la modernización tecnológica es el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). Una de sus iniciativas clave es el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), un programa que busca reconocer la labor de aquellos que contribuyen a la ciencia en México. Este sistema está compuesto por tres niveles que valoran la calidad y el prestigio de las contribuciones a la ciencia.
Los datos del CONACYT muestran una realidad llamativa: en el primer trimestre de 2021, tan solo el 38.19% de los miembros del SNI son mujeres. Aunque este porcentaje ha aumentado de manera moderada en comparación con el 20.41% de 1984 o el 34.85% de 2014, resulta apenas un avance. Alejandro Reyes (2020), científico de datos, destaca que, en términos generales, a medida que se asciende en el SNI, disminuye el porcentaje de mujeres. Sin embargo, existen casos aún más preocupantes, como en el ámbito de la ingeniería, donde apenas el 6% de la categoría SNI 3 corresponde a mujeres.
Esta situación adquiere un significado profundo, ya que el poder del progreso científico no reside en la individualidad, sino en la colaboración y diversidad de voces. Las historias inspiradoras de mujeres como Marie Curie, Dorothy Crowfoot y la Doctora Agustina Batalla, quienes sortearon obstáculos formidables, nos recuerdan la vital importancia de superar las adversidades. No obstante, no deberíamos tener que superar barreras para empezar. En un mundo ideal, estas dificultades nunca habrían existido, y la comunidad científica sería verdaderamente inclusiva desde su raíz.
Mirando hacia adelante, México necesita un enfoque más inclusivo y diverso para mantenerse al ritmo del vertiginoso avance global. Los retos cambiantes y las demandas de la sociedad requieren la participación de las mentes más brillantes, independientemente de su género. En este contexto en constante evolución, el país no puede darse el lujo de quedarse atrás. A lo largo de esta reflexión, hemos enfatizado la importancia de empoderar a todas las personas apasionadas por la ciencia, permitiendo que su conocimiento sea un catalizador del progreso.
En última instancia, la igualdad de género en la ciencia no solo es un ideal, sino un imperativo. La visión científica de México debe reflejar la riqueza y diversidad de su pueblo. Al colaborar y nutrir la pasión por la ciencia en todas sus formas, estamos sentando las bases para un futuro en el que el progreso sea moldeado por todas y todos, sin excepción.
Sobre la Creación de este Artículo
La información que aquí presentamos ha sido minuciosamente investigada y recopilada por el QFB José Manuel Hernández Díaz, durante su enriquecedora etapa de servicio social en el Instituto Nacional de Medicina Genómica (INMEGEN). Durante este período, bajo la orientación y tutoría de la Dra. Guadalupe León-Reyes, se ha logrado desarrollar un análisis exhaustivo y una perspectiva informada sobre el tema que nos ocupa.
La investigación emprendida por José Manuel Hernández Díaz no solo aporta rigurosidad al contenido de este artículo, sino que también resalta el compromiso y la dedicación de jóvenes científicos que buscan ampliar el horizonte del conocimiento en el campo de la medicina genómica. La orientación proporcionada por la Dra. Guadalupe León-Reyes ha sido fundamental para garantizar la calidad y la precisión de la información compartida aquí.
En este sentido, se ha procurado brindar una mirada informada y actualizada sobre el tema en cuestión, lo que contribuye a un contenido de divulgación científica enriquecedor y fiable para nuestros lectores.
Fuentes consultadas
Alonso C (2020) Marie Curie la senda del personaje en busca de su enfermedad. RIECS 5:144-151.
Delgadillo D (2020) Desigualdad de género en la entrega de los premios nobel 1901-2020. Pensamiento Actual 21:159-171.
Lopez-Ochoterena E (2001) In Memoriam Maria Agustina Batalla Zepeda (1913-2000). Rev. Soc. Mex. Hist. Nat 50:67-69.
Mendieta-Ramirez A (2015) Desarrollo de las mujeres en la ciencia y la investigación en México: un campo por cultivar. Agricultura, Sociedad y Desarrollo 12:107-115.
Reyes A (2020) Sesgos de género en el SNI de CONACYT. Recuperado de: http://alejandroreyes.org/sesgo-de-género-en-el-SNI-de-CONACYT/
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